Estos son dos términos de gran importancia que deben ser claros, ya que son epicentros de la nueva estructura de proyectos de inversión.
La infraestructura sostenible se refiere a proyectos que, desde su planeación hasta su desmantelamiento, aseguran la sostenibilidad económica y financiera, social, ambiental (incluyendo la resiliencia climática) e institucional.
El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.
Sostenibilidad económica y financiera: Hace referencia a la generación de un rendimiento económico neto positivo, teniendo en cuenta todos los beneficios y costos durante el ciclo de vida del proyecto.
Sostenibilidad ambiental y resiliencia climática: Es la que preserva, restaura e integra el entorno natural, incluyendo la biodiversidad y los ecosistemas, apoya el uso sostenible y eficiente de los recursos naturales, limitando los tipos de contaminación durante el ciclo de vida del proyecto. Están posicionados y diseñados para garantizar la resiliencia ante los riesgos climáticos y desastres naturales.
Sostenibilidad social: La infraestructura sostenible es inclusiva y debe servir a todos los grupos de interés, incluidos los pobres y vulnerables, y contribuir a mejorar la calidad de vida y el bienestar social a lo largo del ciclo de vida del proyecto.
Sostenibilidad institucional: Debe alinearse con los compromisos nacionales e internacionales. La sostenibilidad institucional se ve favorecida por una capacidad institucional robusta y unos procedimientos claramente definidos para la planificación, adquisición y operación de proyectos.
Su impacto no puede ser menospreciado, en un estudio realizado por el BID en 65 proyectos de infraestructura repartidos en Colombia, Costa Rica, Chile, México, y Perú, para entender la relación causa-efecto del incumplimiento de normas ambientales o en las medidas de manejo; los resultados nos muestran el elevado coste de no planificar adecuadamente el desarrollo de infraestructura desde la perspectiva medioambiental, social, y predial, como se muestra en la siguiente tabla.
Conflictos en tenencia de la tierra | Sobrecostos cercanos al 80% |
Conflictos ambientales | Sobrecostos entre el 15% y el 70% |
Conflictos sociales | Sobrecostos entre el 11% y 68% |
La normatividad de la SHCP ya refleja varios de estos aspectos, al requerir que se generen beneficios netos a largo plazo, los análisis y autorizaciones de recursos, la parte institucional se prevé en la alineación del proyecto a la planeación gubernamental.
La resilencia es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse.
La resiliencia de la infraestructura es una característica para superar adversidades como cambios climáticos, políticos, normativos y presupuestales.
El clima extremo y los desastres naturales son dos de los riesgos más probables y de mayor impacto que se identificaron en el informe del Foro Económico Global de Riesgos de 2017. Las Naciones Unidas estiman que el costeo mundial de los desastres naturales de 2003 a 2013 fue de 1,5 billones de dólares estadounidenses, y que estos desastres afectaron a más de dos mil millones de personas.
La planeación de la infraestructura debe definir cómo controlar los riesgos a los que se enfrentan:
La clave para lograr una infraestructura resiliente a un costo asequible es ser selectivo, basar las inversiones en un análisis integral y desarrollar planes de contingencia para los casos en los que no se justifica aumentar la resiliencia. Con la necesidad que tienen los países de rescatar sus economías y sentar las bases para una recuperación sostenible, las inversiones resilientes podrían resultar esenciales para proteger vidas ahora y enfrentar la crisis climática del mañana
En las siguientes entregas veremos los demás componentes de la Buena Mezcla.
Tu opinión